Hasta la semana pasada era habitual ver a Ornella Dottori pasar por las calles del barrio Villa Nueva de Alberdi. Lo hacía acelerada, como si tuviera apuro por llegar a algún lado. Con la misma rapidez con que la veían venir, los vecinos la observaban alejarse después de haberlos saludado con cordialidad. Ellos la recuerdan así: acelerada, sonriente y aniñada.

“Era una niña de la calle. Se la veía pasar siempre; por ahí se perdía unos días y después volvía a aparecer”, comentó apenado un joven que vive en la misma manzana donde residía Ornella. La jovencita de ojos verdes tenía 16 años y compartía con su papá una antigua casona de dos plantas que la familia ya había puesto en venta. Pero no siempre vivió ahí.

Ornella nació en Salta y se crió en esa provincia junto a su madre y abuelos maternos. Familiares de la adolescente contaron que no tenía un vínculo muy estrecho con su mamá y que a los 14 años armó la valija y se mudó a Tucumán. “Ella estaba bajo tutela judicial. Había tenido muchos problemas familiares durante su infancia que la llevaron a pedir una restricción de acercamiento contra su madre. Es mentira que era una chica adicta, sí tuvo un problema de consumo alguna vez pero no padecía adicciones; ella tenía un trastorno de personalidad”, aclaró su tía, María Belén Dottori.

Por ese motivo el Juzgado de Menores había ordenado que Ornella sea alojada en el Hospicio del Carmen. Allí estuvo hasta febrero, cuando la jovencita se escapó y viajó nuevamente hacia Alberdi donde no tenía a nadie más que a su padre, quien a su vez tuvo problemas con la Justicia.

Entusiasmada

Por ese entonces, Ornella comenzó a mantener una relación sentimental con el hombre que la embarazaría seis semanas antes de su muerte y cuya identidad es todavía un misterio.

“Ella estaba muy contenta con su embarazo, a todos les contaba que estaba embarazada”, dijo Abigail Leiva, quien la conoció porque vive a la vuelta de la casa de Ornella y porque solían mantener fugaces conversaciones entre el ir y venir de la jovencita. “Decía que el bebé era de un chico de Concepción; ella lo llamaba ‘mi marido’ porque su papá le había dicho que si iban a tener un hijo juntos, entonces ya era su marido”, relató Abigail.

Era tal el entusiasmo de Ornella que compró una libreta para volcar toda la información respecto a su embarazo. Sus allegados contaron que había anotado cómo debía ser su alimentación. “Nos decía que ahora tenía que comer muchas frutas y verduras”, recordó Abigail con ternura.

“Ornella era muy alegre, se daba con todos. Andaba mucho en la calle, sí, pero era buenita. Todo Alberdi la quería”, agregó Abigail, ya sin poder contener las lágrimas. No sólo siente tristeza por la muerte de su vecina, también teme que el asesino todavía camine por las mismas calles que ella.